11/20/2005

DON QUIJOTE EN NUEVA YORK

Don Quijote en Nueva York. (Primera entrega)
No sería justa una página de de Apócrifos si no empezara por Miguel de Cervantes y Don Quijote. Bien escrita está la novela pero ¿y las circunstancias? Una circunstancia es como la mónada, lo que viste de seda a las cosas. Si la cincunstancia pasa, la cosa se resiente, se queda desnuda y, en ocasiones, incomprensible. ¿Qué hace Don Quijote con armadura y caballo, con celada de cartón o con Yelmo de Mambrino, en el Tercer Milenio? Por la fama que tiene, es digno de ir en Ferrari, y tras él, en autobús de tournée, a Sancho con el Rucio y Rocinante, que son el mismo nombre si uno se fija.
O sea, el equipo. Hoy no se hace nada, ni un jipío, sin el autobús de apoyo, cargado de millones de watios de luz y sonido. Don Quijote pertenece al mundo del espectáculo, y alguien tiene que encargarse de que giren las aspas del molino para que Don Quijote las acometa. Alguien tiene que llenar de agua colorada los pellejos para que el Don los acuchille. Alguien tiene que convencer a Maritornes para que se refocile con el arriero ante un público tan numeroso. Alguien ha de prestar voz al Mago Flestón o cantar, cuando el Bachiller Sansón tumba al Don, la canción mejor sobre el asunto, "Don Quijote, Don Quijooote, leyenda de un caminante que sigue siempre adelante" en busca de algo.
Si quieres buscar algo que no se te ha perdido, me parece bien, Alonso Quijano el Bueno, pero hazlo cómodo, con estilo. Nadie va ya a caballo por las autopistas. En burro, menos. Eso sólo se ve en los anuncios. Tampoco nadie se echa bajo los olivos de verde y plata ni recita romances viejos para adoctrinar a los cabreros, como el ciego del capítulo veintitrés:
No te lo diré, señor;
señor, no te lo diría,
pero yo nací en España
y la tengo por perdida.
¿Do andan los viejos nombres?
¿Dónde las viejas capillas
con santos petrificados
en la fe que les tenían?
Ya la calle en que nací
no se llama como había
ni mis amigos de infancia
atienden como solían."
-Dígame, Don, ¿qué buscaba por esos mundos de Dios?
-A Dios, pero no creais que no he contemplado con curiosidad la fantasmagoría de mi vida. ¿Loco estuve? ¿Cuerdo estoy? ¿Seguí un sueño? Qué sueño sería que transformó en dama a una moza de labranza y a mí en caballero de una ilusión? ¿Seguí la esperanza de ser de otro mundo y la caridad de no ver a mis semejantes cuales son? Mas fui terreno al recomendar a Sancho que no comiera ajos ni cebollas; o al quedar tundido después de pasar por las manos de los arrieros. ¿Qué fui sino una ficción persiguiendo las ficciones de un tiempo ido? Sólo un hombre como usted.
-Dicen que el Caballero de la Triste Figura es paradigma del valor, de la cortesía, de la fe, de la palabra jurada y hasta solamente pensada, y de la línea recta en el hacer y en el decir.
-Línea recta no di ninguna, sino tumbos entre la Mancha, Zaragoza y Barcelona. Caballero extravangante, mi vida fue como un andar de borracho, viendo dos cosas de una.
-¿Y qué opina de sus circunstancias?
-Algo he oído de ellas al bachiller José Ortega y Gasset, amigo en el pensar de Cide Hamete. Pienso que los tiranos te arrebatan las circunstancias, pero doy en que las circunstancias solas se bastan para dejarte sin los cueros de la libertad. Quizá fue Sancho mi circunstancia, pues cuanto más creía en mí, más me suspendía en el infinito yo. O que mi circunstancia fue la larga soledad de las noches claras, de libro y candil, creyendo que todos los mundos son posibles. Pero bien sé que hasta el mundo es cincunstancial. Dichosa la edad y dichosos los tiempos en que las circunstancias fueron duraderas y no espejismos: eternas como los versos de un poeta. Volé en Clavileño, a mente crédula, y vos lo hacéis en el puente aéreo, lleno de fe en los misterios físicos de la velocidad y del aire. Todo pasará. Vos mismo sois circunstancial y un día no estaréis y, otro, no os recordarán.
-Pero, mientras, hay que comer, Don. Poco medra el caballero que come lo que su escudero.
-Las vituallas, a Sancho. Aunque buen remedio para los padecimientos del alma son las alegrías del diente.
-Pues yo le propongo, Don, que persiga usted sus cosas, que siga la línea curva de sus sueños, en otras circunstancias más difíciles, aunque iluminadas con neones y bombillas. Que las persiga y se gane buenos dineros para comprarle una ínsula al leal Sancho y algo de grano al metafísico Rocinante.
-¿Más difíciles circunstancias?
-Las que padece cada época eso son: las peores. Circunstancias del Siglo XXI, cuando Lepanto es una añoranza.
-Sí, por cierto: no hay edades felices, aunque se vivan en un espejo.
-Hay un lugar lleno de mujeres hermosas de marfil y de oro, con el cutis pura luz y los ojos puro cielo. Hay un lugar donde los rufianes salieron de sus puteríos y vagan por las calles buscando excusas para la maldad. Un lugar que es todo piedra y asfalto, ladrillo y perpendicular. Un mundo que es plomada antes que alojamiento y que hace un siglo que clama por un héroe completo: humano, compasivo y cierto.
-¿Dulcineas, decís? ¿Rufianes, mohatreros, arbitristas y monicongos?
-De todo eso hay, y más. Es el lugar y la circunstancia donde los crían. Podeis trabajar allí vuestros sueños, la redención de los hombres, la fuerza que da clavar la rodilla en tierra y hablar con la cruz de la espada.
-Sabed que yo no trabajo, buen hombre. Ni por poco ni por mucho. Pero tiéntame esa nueva salida a un mundo tan perjudicial y blasfemo.
-Un mundo que sólo es una ciudad pero que parece más anchuroso que el entero planeta en su giro. Un mundo que nunca duerme y que se enfanga en la cerveza y en el fruto de la amapola. Un mundo necesitado del valor de vuestro brazo y de las canas de vuestras barbas. Un mundo que nada en oro y que se ahoga en miseria.
-Con frecuencia oro y miserias avanzan juntos, como ambición y envidia. De pensarlo me tiembla la espada en su vaina.
-Redimidlo.
-Quizá en beneficio de la fama de alguna doncella de ésas de oro, coral y cielo.
-Pongamos que sí, que hay doncellas.
-¿Y porquerizos?
-Los que queráis. De cada dos moradas una es zahurda.
-¿Y condenados a galeras conducidos con grilletes?
-De todo y mucho. Bandoleros a motor y cuadrilleros de la hermandad con armas de fuego.
-¿Pues de qué lugar me habláis, que parece la Prostituta Babilonia?
-De Nueva York, señor. Y, luego, luego, de Los Ángeles. En las Indias.
-Quizá sea hora de pasar el Océano y ver esas nuevas partes que han hecho a España poderosa y pobre. Ir al escondido gajo de este mundo que se tambalea entre las estrellas fijas.
-Ganaréis millones de escudos, Don.
-Sólo Sancho tendrá salario para atender a nuestras necesidades, a las lanzas quebradas en desiguales batallas, a las melladas espadas en justa lid, y a la cebada de nuestras caballerías. Pero antes dadme palabra de que soy allí necesario.
-Tiene mi palabra, Don. Nueva York ya está cansada de aliviarse con otros héroes que llevan un siglo sin redimirla. Superman y Batman no arrebatan. Ni un cierto héroe ciego que corre por los tejados como diablo cojuelo; ni otro que toma la figura y los modos de una araña. Creerán en usted hasta los tuétanos.
-No quiero que me tengan fe. Un caballero sólo espera engrandecer la suya en Dios, en el Rey nuestro señor y en su alegre causa.
-Pues trato hecho, Don.
-Un caballero no hace tratos, sino justicias.
-Vayamos entonces a Nueva York, ese burujo de entuertos.
(Fin de la primera entrega de Don Quijote en Nueva York)
APROVECHAMIENTO
Ya habrá notado el lector que en este inicio de historia se ha tenido la vista fija en "Tarzán en Nueva York" y otras historias semejantes. En este caso el artificio es muy sencillo: poner al caballero que cree aún en la caballería, en un mundo desorbitado y descortezado, por donde el mal respira. Pero eso no es todo. Al Quijote se le pone otro escudero. Sancho es el realista de la realidad del siglo XVI, y el nuevo lo es de la irrealidad virtual del Siglo XXI, donde todo lo que pasa ya ha sido contemplado en película y, por lo tanto, es posible y viejo.
Se ha tomado consejo de notas de Robusto Armino ("España y yo") "En españa no hay gran cosa, salvo España".
De Alfonso Raigada ("La vida como pasattiempo") "Cualquier cosa que se diga sobre la vida es una pérdida de tiempo".
Y variados dichos de autores varios: "En el 2006 la gente está empezando a creer que algunos padecen infección de ideales". "No quiero morir gratis". "La huevigrandeza del Escorial contemplado en domingo". "Pasar de la luz del ojo a la luz del alma".
El "Resumen en Verso de Don Quijote", tan pobre como desnortado:
Va Don Quijote y se dice:
"he de secarme estos sesos
leyendo hasta la del alba
historias de caballeros".
Estos versos olvidados que han hecho que el autor mirara el tránsito de los mundos:
"Mi dolor era tan sordo
que no vi pasar el tiempo;
no sentí cómo me araba
las quietas líneas del cuerpo
desamparado en la vida,
misterio de muerte y verso.
Tan quieto estaba en el mundo
y era mi dolor tan ciego,
que veía las palabras
y cruzaba los espejos".